Fra Salimbene de Adam.

Frontispicio del Decamerón, Florencia, 1573.

Retrato de Dante. Luca Signorelli, fresco, 1500-1504, Duomo di Orvieto.

Erasmo de Rotterdam. Albrecht Dürer, grabado, 1526, .

Al Pacino en una escena del Mercader de Venecia.

Retrado de Giacomo Casanova.

Frontispicio de las Comedias de Carlo Goldoni. Ediciónes Giuseppe Bettinelli, Venecia 1753 e Giambattista pasquali, 1761.

La casa natal de Goldoni

Frontispicio de las Obras de Carlo Gozzi, Venecia 1772.

El 'Ridotto'. Pietro Longhi, 1745, Accademia Carrara, Bèrgamo.

Goethe, Venecia y el Grand Tour.

Retrado de Henry James, lápiz de carbón de John Singer Sargent.

Una escena del film Senso de Luchino Visconti.

Una escena del film Muerte a Venecia.
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Fra Salimbene de Adam.


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Frontispicio del Decamerón, Florencia, 1573.


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Retrato de Dante. Luca Signorelli, fresco, 1500-1504, Duomo di Orvieto.


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Erasmo de Rotterdam. Albrecht Dürer, grabado, 1526, .


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Al Pacino en una escena del Mercader de Venecia.


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Frontispicio de las Comedias de Carlo Goldoni. Ediciónes Giuseppe Bettinelli, Venecia 1753 e Giambattista pasquali, 1761.


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La casa natal de Goldoni


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El 'Ridotto'. Pietro Longhi, 1745, Accademia Carrara, Bèrgamo.


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Goethe, Venecia y el Grand Tour.


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Retrado de Henry James, lápiz de carbón de John Singer Sargent.


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Una escena del film Senso de Luchino Visconti.


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Una escena del film Muerte a Venecia.


Venecia en los autores literarios

La singularidad de Venecia, en el doble significado positivo y negativo que el término asume, ha sido percibido desde siempre por los escritores. Amada y odiada al mismo tiempo aunque de todas formas siempre descrita como excepcional y única, diferente de cualquier otra ciudad, un maravilloso lugar de enlace y de encuentro entre Oriente y Occidente. Desde el principio de la literatura italiana, Salimbene de Adam , cronista medieval de Parma, contribuye con su descripción de los mercaderes venecianos a la formación de la imagen de Venecia como tierra de soberbios, despreocupados y corruptos, creando la percepción negativa que viajará paralelamente durante siglos con la Venecia como tierra de libertad, imparcialidad y justicia, fuerte por su gobierno oligárquico que sabe vencer y dominar desde el interior cualquier intento de exceso. Bocaccio, en la novela del Decamerón (IV, 2) tilda a los venecianos de desleales aunque ingeniosos en la respuesta (v.VI, 4) y a las venecianas de estúpidas y vanidosas. Sin embargo, Dante Alighieri había dado una espléndida descripción del Arsenal, si bien sólo en tres tercetos (Infierno, XXI, 7-15) y Petrarca define al estado veneciano como el lugar ideal para el hombre que ama el estudio. De la misma opinión era también Erasmo de Rotterdam , que tras haber pasado un año en Venecia la define en una carta a Ambrogio Leoni como la ciudad en la que ha conocido la amistad y una vida de gran dulzura; por otro lado los sabios de diferentes religiones que dialogan en el Colloquium Heptaplomeres, obra atribuida a Jean Bodin, pueden convivir tranquilamente sólo en una ciudad como Venecia que permite la libertad de pensamiento. La posibilidad de una libre y tranquila convivencia de ideas, religiones y filosofías, constituyen la base positiva de la fama que la Serenísima promueve por todos los medios. Toda la historiografía pública trata de afirmar que siempre y cuando sean respetadas las obligaciones hacia el estado, Venecia es la tierra de todas las libertades, la más bella y saludable. Un elogio a la justicia veneciana es también la solución que permite el final feliz del “Mercader de Venecia” de Shakespeare, con el elogio del mercader Antonio, noble de corazón, no de aristocracia terrateniente o sólo por tradición familiar como habitualmente presumían de ser los venecianos que “por razones de mercadeo” frecuentaban Oriente antes de darse a la carrera política. En el siglo XVII desde Venecia se difunde la moda literaria de las Academias que tiene en los “Cánticos” celebrados por los Incogniti, obra de Giovan Francesco Loredan, el ejemplo más famoso.

Serán sin embargo las “Memorias” de Casanova (con la descripción de las costumbres liberales de la ciudad), las comedias y las “Memorias” de Goldoni y las obras teatrales de los Gozzi las que mostraran al mundo una imagen de Venecia del todo peculiar. Esta imagen se enlaza desde el siglo XVIII con la idea del Carnaval como momento festivo, con la posibilidad de duplicidad unida a la máscara. Detrás de la máscara es posible multiplicar la personalidad, un cambio que permite lo distinto y lo doble. No es importante que en muchas comedias de Goldoni estén presentes críticas, incluso fuertes, al derroche económico que las locas diversiones comportaban (como en primer lugar los juegos de azar): el carnaval veneciano permanece unido a la idea de fiesta, exaltada por las particulares condiciones que la arquitectura de la ciudad permiten, con sus juegos de reflejos, huidas por el agua y góndolas misteriosas.
En Murano se había ambientado el cuadro de las “Piacevoli notti” (noches placenteras) de Giovan Francesco Straparola durante el carnaval. Por lo demás, el tema del Carnaval está destinado a ser uno de los más afortunados, ya sea en música (basta con pensar en la fama de la cancioncilla popular titulada “Carnaval de Venecia” sobre cuyo tema se escribirán también las poesías para las Regatas), o en pintura (Pietro Longhi , Francesco Guardi).

Venecia es lugar de salida y llegada de viajeros: en muchísimos relatos encontramos descripciones de la ciudad, desde la de John Mandeville, el viajero inglés del s. XIV, hasta las de nuestros días.
En el siglo XVIII la ciudad se comienza a convertir también en meta de la ruta “educativo-cultural” que habíamos visto descrita en el Volpone de Ben Jonson. Quizás la narración más famosa es la de Wolfgang Goethe que describirá ampliamente en “Viaje a Italia” la que él define la «maravillosa república de los castores». A esta visión, Schiller opondrá la de la ciudad como sede de los complots y de la hipocresía dominante. Sin embargo, el fin de la República Serenísima bajo la armada de Napoleón primero y la cesión a Austria después, con la consiguiente pérdida de importancia de una ciudad que había sido capital, se refleja en las “Confesiones de un italiano” de Nievo y de manera diferente en la novela “Sentido” de Camillo Boito, que será espléndidamente adaptada al cine por Luchino Visconti.

Venecia es mostrada por los literatos con una imagen de decadente tristeza: desde las “Piedras de Venecia” de John Ruskin a las descripciones de George Sand tanto en “Cartas de un viajero” como en “Historias de mi vida” y muchos otros viajeros contemporáneos hasta llegar a la lírica del gran romántico Aleardi. Es digno de mención que Henry James ambiente en la ciudad sus novelas llenas de pasiones maníacas (“Las alas de la paloma”, “El carteo Aspern”). Venecia es también centro de refinadas pasiones eróticas (d’Annunzio y el Barón Corvo), hasta la imagen de disolución podrida presentada por Thomas Mann en Muerte en Venecia, atracción del encanto de la belleza y de la muerte, o en la novela de Hoffmannsthal “Andrea o Los reunidos” (“hace falta esconder la profundidad, ¿dónde?, en la superficie”).

No podemos olvidar la importancia que da a Venecia Marcel Proust, lugar de profundos sufrimientos por celos debidos a Alberatine (en la “Búsqueda de los tiempos perdidos” – tomos: La prisionera y La fugitiva), imagen que, tras su desaparición, es sustituida por la de la madre.
El viento futurista de Marinetti se abate también sobre el Canal Grande, que él quisiera enterrado, y sobre las góndolas, “caballos de balancín para cretinos, sólo dignos de un fuego purificador que las destruya”. Venecia sigue siendo como lugar de encanto y de atractivo un poco enfermizo (Iosif Brodskij, “Fundamento de los incurables”) o también lugar indigno de los mitos sobre los que fue construida (“ciudad que pide turistas y amantes ancianos”, Eugenio Montale, “Dos prosas venecianas” en Satura II). La correspondencia biunívoca de encanto-atracción-repulsión entre una ciudad que es de todo el mundo y el mundo que se siente atraído por ella, continúa en un imperecedero juego de seducción recíproca.


Daria Perocco

1100 - 1200 - - rev. 0.1.12

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Venecia y sus lagunas

Patrimonio de la Humanidad, diálogo entre culturas, ¿cuál es su futuro?

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