Un asentamiento lagunar de los primeros siglos compuesto exclusivamente por construcciones de madera. Biblioteca Nacional de San Marcos, Cod. Lat. XIV, nº77.

El sistema de canalizaciones empleado para recoger el agua de la lluvia desde los techos. tejados.

Elementos tronco-cónicos de cerámica utilizados en el pasado para la construcción de conductos verticales de descarga de las aguas de lluvia.

Representación esquemática de una cisterna veneciana.

La cúpula realizada en madera y revoque de la iglesia de San Juan Elemosinario en Rialto. Primera mitad del s.XVI.

La formación de cimientos sobre pilotes. Diseño de Giovanni Grevenbroch, siglo XVIII.

El sistema de cimientos sobre pilotes.

Sección de un edificio dotado de diferentes sistemas de cimientos. Ala del refectorio de Verano del Convento de los Frari en San Polo.

Representación del sistema de unión entre muro y suelo obtenido con cadenas metálicas.

Levantamiento de un entablado: se observan las numerosas cadenas metálicas que vinculan el suelo a los muros. Antiguo convento de San Giovanni Laterano en Castello, siglo XVII.

Levantamiento del nudo constructivo entre la cumbre del muro y el entramado del tejado de una construcción lagunar. Palacio Grimani en Santa María Formosa. Primera mitad del siglo XVI.

Tramo de un terrazo de composición marmórea. Palacio del Seminario Patriarcal en Dorsoduro, siglo XVIII.

Los instrumentos de trabajo de los terrazzieri. (constructores de los terrazos). G. A. Rusconi, Los diez libros de arquitectura, Venecia 1590, pág. 97.

Sección de un pavimento a terrazo; el espesor del fragmento ronda los 14 centímetros (tardo siglo XV).

Terrazzieri trabajando. G. Zompini, siglo XVIII.

Degradación avanzada de una viga de madera.

Degradación de un muro lagunar, debido a la ascensión capilar del agua y a la cristalización salina.

Degradación de un elemento lapídeo esculpido.

Una fase de sustitución de un muro con sistema de coser-descoser.

Proyecto de un aljibe bajo el pavimento para la defensa de la planta baja de un edificio contra las �aguas altas�
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Un asentamiento lagunar de los primeros siglos compuesto exclusivamente por construcciones de madera. Biblioteca Nacional de San Marcos, Cod. Lat. XIV, nº77.


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El sistema de canalizaciones empleado para recoger el agua de la lluvia desde los techos. tejados.


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Elementos tronco-cónicos de cerámica utilizados en el pasado para la construcción de conductos verticales de descarga de las aguas de lluvia.


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Representación esquemática de una cisterna veneciana.


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La cúpula realizada en madera y revoque de la iglesia de San Juan Elemosinario en Rialto. Primera mitad del s.XVI.


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La formación de cimientos sobre pilotes. Diseño de Giovanni Grevenbroch, siglo XVIII.


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El sistema de cimientos sobre pilotes.


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Sección de un edificio dotado de diferentes sistemas de cimientos. Ala del refectorio de Verano del Convento de los Frari en San Polo.


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Representación del sistema de unión entre muro y suelo obtenido con cadenas metálicas.


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Levantamiento de un entablado: se observan las numerosas cadenas metálicas que vinculan el suelo a los muros. Antiguo convento de San Giovanni Laterano en Castello, siglo XVII.


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Levantamiento del nudo constructivo entre la cumbre del muro y el entramado del tejado de una construcción lagunar. Palacio Grimani en Santa María Formosa. Primera mitad del siglo XVI.


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Tramo de un terrazo de composición marmórea. Palacio del Seminario Patriarcal en Dorsoduro, siglo XVIII.


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Los instrumentos de trabajo de los terrazzieri. (constructores de los terrazos). G. A. Rusconi, Los diez libros de arquitectura, Venecia 1590, pág. 97.


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Sección de un pavimento a terrazo; el espesor del fragmento ronda los 14 centímetros (tardo siglo XV).


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Terrazzieri trabajando. G. Zompini, siglo XVIII.


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Degradación avanzada de una viga de madera.


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Degradación de un muro lagunar, debido a la ascensión capilar del agua y a la cristalización salina.


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Degradación de un elemento lapídeo esculpido.


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Una fase de sustitución de un muro con sistema de coser-descoser.


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Proyecto de un aljibe bajo el pavimento para la defensa de la planta baja de un edificio contra las �aguas altas�


La construccion lagunar y los problemas de su conservacion

¿Qué problemas plantea una ciudad como Venecia para la conservación de un patrimonio constructivo tan precioso así como para su necesaria trasformación y adaptación a las necesidades de la vida contemporánea?

En apariencia la construcción lagunar se presenta bien protegida, por la presencia de instrumentos urbanísticos detallados y de una ley especial, vigente desde 1973 que abarca abundantes normas que prohíben, entre otras cosas, el vaciado de los edificios y el derribo de estructuras de muros de carga interiores, que impiden el desplazamiento de las escaleras o las variaciones de cota de pisos y tejados.

La situación, sin embargo, no es precisamente satisfactoria. Aun hoy, demasiado a menudo se emprenden operaciones incorrectas de consolidación estática, intervenciones sobredimensionadas de modificación de las estructuras o de sustitución total – casi siempre inútil – de elementos de remate, que implican radicales modificaciones de la estructura de los edificios, conduciendo a una pérdida progresiva e irreparable de los caracteres distintivos de la arquitectura de la ciudad.

Esto ocurre porque las intervenciones de restauración muchas veces se conciben y realizan sin tener en cuenta las características singulares que marcan toda la construcción lagunar.
El lugar sobre el que surge la ciudad es de hecho un intrincado de barene, pantanos y tierras apenas emergentes recorridas por canales tortuosos; un área donde faltaba piedra que cortar, madera de fibra larga apta para la construcción e incluso el agua dulce indispensable para la vida del hombre además de para la edificación. Todo esto ha influenciado las técnicas constructivas, obligando a los maestros constructores a poner a punto técnicas específicas y a usar aplicaciones y procesos peculiares, con frecuencia no comparables a los otros conjuntos edificados en el resto de la península italiana durante la edad media o la moderna .

Venecia ha sido definida como la ciudad artificial por excelencia, un organismo urbano que más allá de los edificios o de las partes que los componen, incluso el mismo suelo formado en gran parte por continuas recargas y sobreelevaciones del terreno, realiza tareas y funciones inusuales.
La ciudad entera, por ejemplo, ha debido adaptarse para suplir la falta de recursos hídricos, dotándose de un sistema de recogida, conservación y aprovisionamiento de las aguas sin igual en el resto de la cuenca del mediterráneo en cuanto a forma y complejidad. Las faldas de los tejados, que normalmente tienen la misión de defender al edificio y a sus habitantes de las aguas, en Venecia funcionaban también como grandes superficies de recogida del agua potable.

A través de los canalones de piedra el agua se encauzaba hasta el pie de la construcción y hasta los pozos, a través de conducciones apropiadas insertadas dentro del muro . Las aguas recogidas de las cubiertas (y también de las plazuelas, patios y espacios cubiertos) se conservaban en cisternas subterráneas; manufacturas completamente diferentes de todas las realizadas por la cuenca del mediterráneo desde la antigüedad griega y romana. Las condiciones del lugar impedían la realización de depósitos hechos de obra: este tipo de depósito, dada la inconsistencia del suelo, se habría fracturado con la consiguiente dispersión del agua dulce conservada en su interior. Las cisternas lagunares, por tanto, son macizas y dotadas de paredes impermeables no rígidas: se trata de depósitos por filtración situados en el subsuelo, realizados según un proceso técnico que se mantendrá igual hasta el final del siglo XIX, cuando la realización del acueducto de la ciudad dejará el sistema inútil y en desuso.

Buena parte del subsuelo de la ciudad está ocupado por estas cisternas . Para su creación era necesario retirar grandes cantidades de terreno: las paredes y el fondo de la excavación se revestían entonces con una capa de muchos decímetros de espesor de arcilla de la mayor calidad, que constituía el envoltorio impermeable de la cisterna necesario para interceptar y separar las aguas recogidas de aquellas saladas de la falda superficial, localizadas sólo a pocos decímetros bajo el suelo que se pisa. Realizado el conducto central de ladrillo, todo el vaciado se cubría de arena y se sellaba con un manto de arcilla para protegerlo de la penetración directa de las aguas meteóricas y de las mareas de invasión (las llamadas aguas altas), finalmente se añadía la Vera da pozzo, desde cuya boca se sacaba el agua.
El principal problema que han debido afrontar los constructores venecianos ha sido el de la mala calidad de los terrenos: estratos de limo, arena y arcillas dotados de escasa resistencia mecánica, incapaces de sostener cargas importantes.
Por esto toda la edificación civil así como los edificios públicos y religiosos, todos realizados mediante la búsqueda constante de la máxima ligereza al construir, muestran siempre una marcada sutileza de los componentes. Muchas bóvedas de cañón, arista o crucería, muchas cúpulas no se hacen de obra sino de madera revocada, con un sutil armazón capaz de evitar las graves cargas y los todavía más peligrosos empujes que tales componentes, hechos de obra, habrían producido .
Para construir se imponía una consolidación de los suelos cenagosos: el sistema de cimentación más conocido en Venecia, aunque si porcentualmente en cantidad reducida (quizá no más del 10-15% de todas las cimentaciones de la ciudad), es el de palos , aplicado en general sólo para la sujeción de los muros que dan a los canales o bajo las columnas y pilastras . Las cimentaciones de los demás muros se realizaban sobre un estrato de tablas o directamente apoyadas sobre el terreno lagunar. Los diferentes sistemas de cimentación conviven normalmente en la misma edificación: la conformación de los macizos del fondo se calibraba en relación a las cargas transmitidas por los varios elementos estructurales a lo largo del alzado de los muros, con el objetivo de obtener una homogeneidad igual de hundimiento.

A pesar de estas atenciones, las técnicas disponibles no consentían eliminar los hundimientos relacionados con los componentes de los muros de valor máximo considerable. Reajustes del orden de 20-30 cm entre las diferentes partes de la misma construcción (que en cualquier otro edificio produciría dramáticos desajustes) son habituales en la ciudad y entran en los límites fisiológicos de una edificación lagunar.

Las generaciones de constructores que se han sucedido en la edificación de la ciudad han sido por tanto obligadas a aplicar soluciones que permitiesen una deformación de la construcción sin que esto condujese a la pérdida del equilibrio general.
El remedio principal aplicado con tal fin, omnipresente en las edificaciones lagunares, ha sido el de la sistemática falta de unión entre muros. Si se excluye el esqueleto perimetral, bien unido en los ángulos, cada amordazamiento entre tabiques internos y entre éstos y los muros perimetrales está ausente deliberadamente: de esta forma los muros pueden moverse libremente, sin que surjan tensiones peligrosas y las consiguientes fracturas.
Sin embargo, la falta de mordazas provocaba un problema, el de la inestabilidad en el alzado de los muros, en Venecia siempre muy sutiles. Para resolverlo se aplicó un ulterior procedimiento también invariablemente presente: la aplicación de tirantes metálicos de unión entre los suelos y los muros .
Las numerosas enclavaduras que unían los tablados con las vigas de los suelos y los múltiples tirantes metálicos de enlace entre éstos y los tabiques, han sido capaces de hacer jugar a los componentes horizontales – normalmente con función estructural pasiva respecto al armazón del edificio - un papel esencial para el equilibrio de las construcciones .

Una solución realmente extraordinaria la aportó la tradición arquitectónica al establecer uniones capaces de proveer, integrar y reforzar los empalmes de las partes realizadas sobre todo con elementos metálicos. Raro y costoso hasta la revolución productiva acaecida en la segunda mitad del siglo XVIII, el hierro entra con parsimonia en la construcción italiana y europea de la Edad Media. En Venecia, a pesar de esto, las grandes riquezas acumuladas con el comercio permitieron a las generaciones de constructores, que se han sucedido en la edificación de la ciudad, utilizar el metal abundantemente y superar así problemas arquitectónicos difíciles de solucionar de otra forma .

Sobre los suelos de madera se formaban los terrazos o battuti a la veneciana . Se trata de pavimentaciones de constitución monolítica y de espesor consistente que han demostrado adaptarse muy bien a las específicas necesidades de los edificios lagunares y conforman el acabado constructivo que, quizás más que ninguna otra cosa, ha marcado la imagen de la casa veneciana y véneta con el paso de los siglos. De hecho, es difícil imaginar un tipo de pavimento que mejor se haya adaptado a las necesidades de la construcción local. Los terrazzi se han impuesto en la Laguna y se han difundido en tierra véneta gracias a una característica específica: la marcada aptitud para soportar deformaciones pronunciadas sin sufrir desconexiones o fracturas evidentes.
Es indudable que las pavimentaciones de terraza venecianas provienen de la antigüedad clásica. La afinidad ejecutiva con los pavimentos romanos descritos en "De arquitectura de Vitruvio", el único texto de arquitectura de la antigüedad que ha llegado hasta nosotros, es evidente: idéntico el proceso y los materiales empleados en la constitución de los estratos, igual elaboración dedicada a consolidar el material, idéntica incluso la solución utilizada en la fijación con clavos del tablado en los suelos destinados a soportar los estratos del pavimento .

Los materiales empleados (pequeños fragmentos de ladrillo y piedra empastados con arena y cal aérea ) y la extenuante fase de bateo necesaria para su formación, imprimen a los terrazos dotes de plasticidad y de insensibilidad a las variaciones térmicas que ningún otro pavimento posee . Propiedades decisivas para una construcción surgida sobre suelos que ceden, destinada por fuerza a sufrir fuertes alteraciones en la coplanaridad de los suelos, acompañadas además por pronunciadas flexiones de las vigas de madera ; cualidades que han permitido recubrir todo tipo de superficies (por cuanto vasta) de salones, cuartos y habitaciones, con los crustae (fragmentos) relucientes, homogéneas e ininterrumpidas.

La impotencia frente a los asentamientos generalizados de las construcciones y la incapacidad de obtener al menos la uniformidad de hundimiento en los diferentes componentes, han obligado, por tanto, a asumir un esquema estructural posible, capaz de absorber sin daños relevantes los inevitables y acentuados hundimientos diferenciados.
Al no poder eliminar las traslaciones relativas entre las partes del edificio se hizo necesario convivir con ellas: en Venecia se impuso una concepción edificativa totalmente singular, en clara contradicción con uno de los asuntos fundamentales implícito en cualquier otra cultura arquitectónica existente hasta entonces: la de la “firmitas”, de la solidez, que junto a la funcionalidad y belleza del trío recordado por Vitruvio, representaban el fundamento básico de la construcción.

Las obras pertenecientes a un conjunto arquitectónico de tal género sufren frecuentemente problemas debidos a hundimientos de los cimientos: los palos colocados debajo del edificio y las balsas de madera se conservan indefinidamente sepultadas bajo estratos de fango que impiden la actividad de los microorganismos que atacan la madera, y la estructura de la construcción, como se ha visto, está concebida para absorber sin grandes consecuencias hundimientos incluso de importancia considerable.

Los fallos estructurales y la pérdida de equilibrio del edificio son debidos más bien a la putrefacción de las viguetas de los suelos y tejados y a la consumación de los elementos metálicos que los unen a los muros. La degradación de las vigas de madera y la oxidación de los tirantes de hierro debidas a la infiltración del agua de lluvia, determina la pérdida gradual de los enlaces entre la estructura vertical y la horizontal, produciendo deformaciones y flexiones peligrosas para muros generalmente de poco espesor.

Un grave problema presente de forma generalizada en todos los edificios de la ciudad es la degradación que ataca los pies de los muros . En la franja inferior de los muros, la cristalización salina agrede progresivamente al mortero, los ladrillos y las piedras.
El agua salada, que por el fenómeno de la ascensión capilar sube por los muros, al evaporarse deposita grandes cantidades de sales (en particular el cloruro de sodio o sal marina) que al cristalizar pulverizan y trituran progresivamente los materiales de construcción: entonces los enfoscados caen, el mortero y los muros se disgregan y las viviendas de las plantas bajas pierden cualquier condición de habitabilidad y de higiene.
Los remedios para resolver tales inconvenientes son muy comprometidos y costosos: con la técnica del “cuci-scuci” ("coser-descoser") los ladrillos impregnados de humedad y sales son sustituidos por otros de nueva factura, interponiendo en la base del muro reconstruido, láminas impermeables de plomo u otro material que impida la subida del agua salada a las partes renovadas .

En circunstancias meteorológicas particulares se manifiesta además y cada vez con mayor frecuencia en la ciudad, el fenómeno de las aguas altas: las aguas de la marea invaden las calles, plazuelas y las plantas bajas de muchas viviendas, edificios públicos y religiosos.
Hasta tiempos recientes, los inconvenientes e incomodidades provocados por las aguas altas han sido resueltas de una única forma: sobrealzando el suelo de las plantas bajas con aportación de material y creando nuevos pavimentos a nivel cada vez mayor.

Desde la mitad del siglo XX, gracias también a las nuevas técnicas disponibles, han aparecido sistemas de defensa para las construcciones, basados en la creación de aljibes de hormigón armado bajo el pavimento, para interceptar la infiltración de agua desde los terrenos y asociados al uso de compuertas metálicas móviles en las puertas de entrada de los edificios .
Tales aljibes pueden realizarse con solapas verticales en la parte interior de los muros, contiguos a éstos o con juntas elásticas de unión entre muros y soportes verticales. Para su formación son necesarias operaciones muy complejas y de todas formas imposibles de realizar sin interrumpir el uso del edificio durante toda la intervención.
El empuje de flotación de estos aljibes puede ser contrarrestado o bien por el mismo peso del suelo realizado con un espesor consistente, o bien por palos de hormigón armado que los anclan al terreno. La elección de realizar un aljibe resistente por peso o retenido por palos, depende de la distancia desde la obra a realizar hasta los canales. El coste del transporte del material desde la embarcación hasta el punto de creación de la obra, en Venecia ejecutable sólo manualmente, constituye de hecho un factor decisivo.
Cuando la obra no es contigua al canal resulta con frecuencia más conveniente recurrir a los palos armados de anclaje: la mayor complejidad tecnológica necesaria en este caso, permite reducir la cantidad de hormigón empleado para la construcción del suelo, con lo que se reduce el gasto.

Por otro lado, el coste de las intervenciones de restauración, representa un problema no precisamente indiferente para la ciudad de Venecia, debido a las graves dificultades que se encuentran en el aprovisionamiento de los materiales de construcción. Cualquier material, utensilio o instrumento procedente de tierra firme se carga sobre embarcaciones de modestas dimensiones (para permitir el paso por los canales que recorren la ciudad), descargado con gran dificultad sobre las riberas públicas y llevado sólo de forma manual hasta la obra recorriendo calles muchas veces estrechas y angostas: por consiguiente los gastos de los transportes inciden en gran medida sobre el coste total del trabajo, obstaculizando la obra de conservación del patrimonio arquitectónico de la ciudad y de un grupo de centros urbanos lagunares de rara importancia y calidad.


Mario Piana

1100 - 1200 - - rev. 0.1.13

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Venecia y sus lagunas

Patrimonio de la Humanidad, diálogo entre culturas, ¿cuál es su futuro?

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